Es un cuento fabuloso en donde se mezcla realidad y fantasía, su narrativa refleja algunas metáforas sencillas, se utiliza un lenguaje que exalta la belleza de la naturaleza...
Todo inicia cuando muere el padre de Juan, quien le ha dejado como herencia cincuenta florines y unos peniques, el joven luego de la sepultura se encomienda a Dios y emprende camino a lo desconocido. Durante el trayecto se despoja de su herencia en favor de los necesitados y confía en que Dios no lo abandonará. Se encuentra un forastero quien será su compañero de viaje, este hombre es extraño, sabe muchas cosas del mundo y también pide objetos a cambio de favores que hace, cuando unta una pomada mágica que sana y da vida.
Llegan a una ciudad donde hay una princesa hermosa pero malvada, quién no adivine sus enigmas no puede casarse con ella y tiene que morir. Juan se enamora de la joven y con la ayuda mágica del forastero se casa con la princesa; su compañero de viaje decide irse, Juan insiste en que se quede en su reino, porque parte de su triunfo se lo debe a él, realmente la respuesta del forastero te sorprenderá.
Con estas palabras el autor nos recuerda que, aunque en el mundo hay tristeza, maldad..., también existe fe, generosidad, amor, humildad..., qué algún día tienen su recompensa.