El poemario «Ariel» de la poeta Sylvia Plath, apenas merece llamarse poemario, pues no es sólo que su poesía no tiene métrica ni rima, sino que son versos tan extremadamente largos que en ocasiones ocupan dos o más renglones, con lo que pasa a ser prosa, pero no prosa poética, o por lo menos lo que se entiende como tal, pues el vocabulario que utiliza es grotesco, soez y tan burdo que tienes que estar preparado para leer este poemario.
En la mayoría de los poemas, los versos o frases, son una suerte de versos inconexos que más o menos componen algo con un mínimo de sentido, donde el título del poema no suele reflejar lo que vas a encontrar escrito en él.
En sus poemas incluye numerosas preguntas, unas retóricas y otras que quiere contestar para dar forma a su discurso, de cualquier manera, abusa en exceso de este recurso.
Mención especial para el poema «Papi», pues muy al contrario de ser un poema entrañable y lleno de color y calor, es un poema destructivo en el que literalmente desea la muerte a su padre.
El poemario concluye con una serie de poemas dedicados a las abejas.
Sin lugar a dudas es un poemario que no puedo recomendar su lectura, pero seguro que, por eso, muchos querrán leer aquello que no recomiendo.