Si por algo se distingue este gran escritor, es por redactar unos libros que van más allá de lo que hay escrito en sus páginas, y este libro no es una excepción. Saint-Exupéry con esta narración, que está dedicada a su amigo Léon Werth, realiza todo un canto a la libertad, esa libertad a la que se ve privada el protagonista.
En este libro el autor hace un claro paralelismo entre la persona como rehén de la vida, de sus circunstancias, de todo lo que le rodea, teniendo en ocasiones custodios que realmente no saben por qué deben de custodiar a ese rehén, y si a los cuales se les diera la oportunidad, podrían llegar a ser amigos, y no rehén y custodio. En este libro esa oportunidad es un simple cigarrillo.
Hay ocasiones en que las personas cumplimos órdenes, sin saber por qué las debemos cumplir.
Es una novela que transmite unos grandes valores y un mensaje que, aunque en ocasiones puede resultar algo confuso su entendimiento, cuando se llega a entender en su total magnitud, se convierte automáticamente en una gran novela.
La redacción de la novela es sencilla y sin palabras grandilocuentes, pues no le hacen falta, el propio mensaje es suficiente para atraer a su lectura, la cual aconsejo a todas las personas que les guste la buena literatura.