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Reseña literaria:
Leí «El hobbit» con 15 años (regalo de mi madre) y lo releo ahora por tercera vez. Fue el libro que más me impactó en ese momento porque abrió a mis ojos un mundo de fantasía hasta entonces nunca imaginado y que me llevaría hasta El Señor de los Anillos, El Silmarillion y la composición de sonetos, jotabés y otro tipo de versos en élfico.
A diferencia de las obras posteriores de Tolkien sobre el mismo mundo imaginario (La Tierra Media), «El hobbit» es un cuento para niños; escrito para los hijos de Tolkien y narrado de noche a sus pequeños. La obra cuenta con un narrador omnisciente que comenta cuanto pasa, algo que Tolkien consideró una «equivocación» y yo veo como el gran acierto narrativo de esta novela.
Siempre he tenido la duda de si este «cuento» llevó a todo lo demás o si la saga posterior del anillo ya existía en la cabeza de Tolkien cuando escribió las adivinanzas con las que el bueno de Bilbo consigue ganar a Gollum.
La puerta de entrada a un mundo de fantasía, adornado además por valores que todos, niños y adultos, deberíamos siempre tener en cuenta.
Y un olor a infancia. «En un agujero en el suelo, vivía un hobbit».
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