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Reseña literaria:
Con la llegada, vía serie en streaming, del mundo de Tolkien a la pequeña pantalla, conviene repasar la obra más difícil y ambiciosa de Tolkien: El Silmarillion. Conviene aclarar que no es una buena idea leerla antes que «El hobbit» y «El señor de los anillos», pues leída sin pasión previa puede hacerse dura y farragosa.
Esta novela, descriptiva y sin diálogos, es de una belleza indescriptible, poesía en prosa a ratos, compendio genealógico o filológico a veces, casi una biblia profana en sus inicios. Al igual que los «Apéndices» de ESDLA, parece una obra escrita para que se entienda mejor el mundo imaginado por Tolkien. Pero es mucho más, es una delicia literaria, de una originalidad y belleza prosística pocas veces antes vista; valiente, delicada, impetuosa, profunda…
Durante el confinamiento, la releí y descubrí entre sus páginas mis primeros intentos de escribir poemas en élfico, cosa que hice (sonetos, jotabés y la estructura antennath propia de los elfos qué Tolkien inventó). Porque esta obra es inspiradora. Quienes escriben y se acercan a ella, tomarán la pluma al acabarla.
No es, como todas las grandes obras, una lectura ligera, pero es una lectura apasionante que no deja indiferente.
Una obra maestra y la prueba palpable de que el Nobel erró tildando de pobre la prosa de Tolkien.
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