En este relato corto, encuentro un Francisco de Quevedo que, muy lejos de lo que me tenía acostumbrado, lo encuentro algo burdo e incluso soez.
El texto intenta ser jocoso, y como tal está catalogado, pero para realizar sus gracias, se centra en comparar los ojos de la cara con el ojo del culo. Entiendo que esta comparación puede tener su cierto morbo, más que gracia, pero de la manera que lo aborda, realmente, muy lejos de parecerme gracioso, me parece tosco y vulgar.
Gran parte de los argumentos los basa en los refranes y dichos que, de alguna manera «favorecen» o ponen en valor al ojo del culo y a su función, ninguneando de forma voluntaria los refranes y dichos que «favorecen» o ponen en valor los ojos de la cara, a los cuales menosprecia en exceso.
Debo de reconocer que leí esta obra de Quevedo porque el título me llamó la atención, pero tras leerlo, quizá pienso que no debería haberlo hecho.
Para los amantes de Quevedo y su obra, seguramente mi apreciación personal será un sacrilegio, pero es lo que tienen las opiniones personales.
Si quieres tener una visión de conjunto de este grande de la literatura española, puedes leer esta obra y así valorar todo lo que nos legó, pues toda su obra es Quevedo.