Por medio del padre de Mary vamos a conocer la vida resumida y los eventos más impactantes de esta jovencita, que tan solo faltándole seis meses para cumplir dieciocho años abandonó este mundo.
Mary Ann Whyte vivía en Inverness-Shire, de niña tuvo dos sueños reveladores donde se convenció de que la salvación de su alma solo venía por Jesús, pero fue de grande cuando tomó la decisión de seguirlo.
La narrativa no detalla que enfermedad padecía la joven, pero sí nos deja ver los terribles dolores que experimentaba en su cuerpo, luchó con la tentación del miedo a la muerte, pero se convenció de que Jesús tenía las llaves de la misma, y a partir de allí toda angustia se disipó; sus labios no hacían más que compartir con otros el amor de Jesús, sus palabras estaban llenas de dulzura, firmeza y convicción ¡por eso hacía suyas las expresiones bíblicas! Se aferró tanto a Él, no por resignación sino porque sabía que estar con Jesús era su verdadero hogar, había tanta espiritualidad en ella que su padre temía que se enorgulleciera, pues no más se humillaba.
Es un libro que nos lleva a meditar en la muerte, no como algo triste sino como un paso a la eterna felicidad, el día que nos llegue esa transición, vamos con Jesús y no hay por qué temer.