El autor nos presenta un ambiente de la época medieval, con una narrativa fantástica cargada de terror y misterio y, utiliza un lenguaje bastante descriptivo.
Fernando de Argensola anda de cacería con un grupo de hombres, está emocionado porque a herido a su primer ciervo mas, de pronto Iñigo, su criado, detiene la persecución pues el animal huye rumbo a la misteriosa Fuente de los Álamos. Fernando quiere ir tras su presa, pero Iñigo le advierte que en ese lugar habita un espíritu femenino maligno, pero pese a ello Fernando se introduce en el bosque.
Pasado el tiempo Iñigo platica con Fernando, pues tras haber conseguido al ciervo ya no era el mismo; salía todos los días y regresaba pálido y sin ninguna presa, el joven le cuenta que ha estado yendo a la Fuente de los Álamos y que en las ondas de sus aguas se ha encontrado con unos ojos verdes. Iñigo tras esa confesión, le pide a su amo que no vuelva mas a la fuente.
Pero Fernando, loco de amor, vuelve a la fuente y tiene una plática con la mujer, quien sutilmente le habla y le confiesa quién es en realidad mientras lo va atrayendo dentro de las aguas, de donde nunca más regresó, pues a Fernando no le importó quien fuera.